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Redimensionemos las dimensiones

Ya hemos hablado en varios post sobre las dimensiones del BIM y nuestra postura. Siguiendo con la renovación de conceptos y tal y como la Building Smart Spanish Chapter defiende, no es realmente útil gastar esfuerzos en definir más dimensiones, ya que existen muchos otros sistemas de definir el alcance, pero si tener muy claro el valor de las 5 primeras dimensiones:

La dimensión 1 es quizás la más compleja de entender ya que solo aporta valor a la fase de negocio y estrategia y requiere un esfuerzo de comunicación y gestión que no todas las empresas tienen en cuenta. Se trataría de la información unidimensional como datos, puntos de localización, elementos no geométricos, porcentajes, normas, parámetros legales, etc.

La dimensión 2 corresponde a la representación en sistema diédrico imágenes estáticas axonométricas o perspectivas, de los proyectos. Básicamente es la dimensión en la que hoy en día estamos obligados a comunicarnos gracias a su fácil entendimiento y almacenamiento. El diseño asistido por computadoras (CAD) marcó la revolución del sector AEC gracias a lo fácil que suponía, generar, multiplicar, editar, escalar y manipular la información entregable con gran velocidad y precisión. Los inicios del CAD se remontan a 1957 con la aparición de software comercial de control numérico (Dr. Patrick Janratty - PRONTO) y en 1960 comenzó a demostrarse el potencial del dibujo técnico asistido por computadoras (Laboratorio Lincoln de Ivan Shutherland MIT - SKETCHPAD)

La dimensión 3 lleva en auge muchos años y es la herramienta principal de diseño para muchas empresas ya que simplifica y aporta mayor comprensión del Activo para cualquier agente técnico o no técnico. En relación al BIM esta dimensión no solo otorga la capacidad de entender la volumetría y espacialidad del activo sino que abre las puertas a la detección de interferencias entre diferentes disciplinas y entre ellas mismas y al análisis, tanto de la ubicación, el entorno o condiciones climáticas que afectarán al activo.


La dimensión 4 hace referencia a la planificación. Del mismo modo, esto no es una novedad sino que aplicado al BIM posibilita analizar con mucho mayor rigor y precisión tanto los tiempos de ejecución de los activos, como la anticipación de incoherencias en la programación de obras. Podemos integrar tanto información sobre la fecha prevista de la instalación, el tiempo estimado de montaje, tiempo necesario de endurecimiento (hormigones), tiempo necesario para entrar en funcionamiento, etc. Es decir, no todo reside en planificar linealmente una obra sino de aportar información que ayude a planificar los trabajos y las dependencias de unos elementos con otros, y más interesante aún recopilar e introducir información según avanza la obra para que todos los agentes replanificar continuamente y en base al estado real de la construcción y ser más efectivos.

La dimensión 5 es la que corresponde al análisis del coste del activo. No solo podemos anticiparnos con mayor precisión al cálculo del precio de ejecución de los activos, ya que haciendo uso de las 2 dimensiones anteriores nuestra comprensión de la realidad contractiva es mucho mejor, sino que debemos hacer hincapié en el coste de los activos durante su ciclo de vida útil. No olvidemos que el 80% del coste de los activos irán a parar los costes de mantenimiento de este y gracias al valor de la información y referencias que podemos incorporar en los modelos BIM volvemos a tener una ventaja para tomar mejores decisiones que antiguamente pocas personas podían anticipar.

Al igual que en la cuarta dimensión, tanto la facilidad de los agentes para interpretar elementos tridimensionales (antes 2D) como la capacidad de, habiendo estimado un coste inicial, poder actualizar el gasto real, permite generar informes mucho más rápido detectando desviaciones y proponiendo soluciones que afecten lo mínimo posible a la calidad final del activo y a los objetivos iniciales requeridos por el cliente.

La dimensión 6 hace referencia a la fase de operaciones y mantenimiento del activo. No está tan ligada al coste directo, aunque afectará de forma relevante al rendimiento económico del activo. Su objetivo principal es la planificación y gestión de este activo, así como la anticipación en la medida de lo posible de incompatibilidades. Esta dimensión tiene mayor implicación en el ámbito público o comercial, ya que en los activos privados que el promotor venderá a terceros junto con su responsabilidad, suele ser más difícil de justificar el esfuerzo. En otras palabras, a parte de la contribución a generar el libro del edificio, su verdadero beneficio está orientado a la explotación empresarial de los activos.

Dedicaremos varios post en el futuro a hablar del Facility Management ya que es en sí misma una disciplina con una metodología muy desarrollada y que vinculada al BIM puede revolucionar la industria por sí sola.

Para cualquiera de las dimensiones mencionadas, tenemos que tener siempre presente que la aportación del BIM en cualquiera de estos objetivos está presente en información (+i) asociada a todos los elementos. Esta es la diferencia con los sistemas desconectados tradicionales y lo que nos permite afirmar con seguridad que podemos cambiar los procesos de trabajo para lograr mayor efectividad en nuestras tareas y mayor eficiencia en nuestros propósitos.



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